Una Historia de Detectives. Primera Parte

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Roberto
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Una Historia de Detectives. Primera Parte

Mensaje por Roberto » Lun Jun 27, 2005 4:49 pm

Esta historia esta basada en hechos reales. La omisión de los nombres de las personas, lugares y hasta cierto punto el cambio de los hechos, no es con la intención de conservar el anonimato de los involucrados, es debido a que él que escribe este artículo no encontró en la web la información de lo que vio en un documental y del cual le es imposible acordarse con el detalle debido, por lo tanto la mayoría de lo que a continuación escribo es recreado por mi imaginación, pero sirve como ejemplo de lo que quiero explicar y que, como toda historia detectivesca, al final sabrán cual es verdadero motivo de narrarla.

Todo esto sucedió en las costas de Gales, Escocia, una fría mañana de cualquier día del año aparecieron unas marsopas muertas en la playa, las marsopas son unos cetáceos muy emparentados con los delfines, la más notable diferencia entre estos dos primos hermanos es su tamaño, son mucho más pequeños que sus parientes cercanos los delfines nariz de botella, con los cuales comparten el hábitat natural que es el mismo para ambas especies. Los cuerpos de las marsopas indicaban que no era una muerte natural, tal vez un accidente; los botes pesqueros, los apasionados a las lanchas rápidas, la actividad de las plataformas petroleras un tanto cercanas o el movimiento de la marina real ocasionaban esporádicos accidentes con estos mamíferos marinos, por ello la cuestión no parecía importar, así que se mando los pocos cadáveres encontrados al prestigiado centro de vida salvaje local y se olvido del asunto. Lo que ocasiono que no se pudiera obviar este tema fue que siguieron apareciendo marsopas muertas en las playas, el número se incremento hasta llegar a 40, y entre los cuerpos también se encontraban jóvenes delfines muertos, entonces la alarma se acciono, diversos centros de investigación de la vida marina mandaron a sus mejores sabuesos o ¿debo decir orcas? para indagar estas muertes, encontrar el culpable y parar la causa de estos decesos, por el bien de la conservación de la vida salvaje de la región, incluso la marina real también se involucro.

Como todo caso de muerte lo primero que se debe hacer es una autopsia, se dividió a los cadáveres en dos grupos, uno que presentaba heridas superficiales en la piel, como de mordedura, y los que no presentaban heridas cutáneas, el grupo que más interesaba a los investigadores era el segundo, ya que los que presentaban heridas de mordeduras, los clasificaron como muertes naturales o mejor dicho a muertes debido a la interacción de la naturaleza, seguramente algún depredador había atacado a las marsopas, por cierto era el grupo menos numeroso lo que también ayudo a soslayarlo, por lo que se enfocaron a los cadáveres (¿Estará correcto decirles así? Convengamos que si) que no presentaban heridas en la piel. Al efectuarles las autopsias encontraron heridas internas al parecer efectuadas con un objeto, son el tipo de herida llamada contusa, o sea un golpe o varios que les habían provocado la muerte.

Una vez establecido, por medio de la autopsia, que la muerte de las marsopas no era debida a causas naturales, se siguió el segundo paso, encontrar al malhechor, a este nivel se le catalogo como un caso de asesinato imprudencial, y se empezó a buscar al culpable, mientras tanto, el asesino embozaba su sempiterna sonrisa.

Los primeros sospechosos fueron los eternos enemigos de las marsopas, delfines y demás fauna marina: Los pescadores, no seria la primera vez que las redes ocasionaran la muerte de estos cetáceos, incluso se sabía de pescadores que intencionalmente los mataban para eliminar la competencia. Así que los esfuerzo de los investigadores fue encontrar una conexión entre las redes y el tipo de daño que presentaban los cadáveres, no obstante su objetivo, no fue posible encajar el tipo de herida interna con las redes usadas, no había forma que las redes o la actividad pesquera alguna ocasionara el tipo de daño al cuerpo de las marsopas o de los jóvenes delfines.

Entonces la mirada de los investigadores se enfoco en otra actividad que si muy bien pudiese ocasionar el daño presentado por las victimas y ese era: las lanchas deportivas, este relativamente nuevo pasatiempo, también había ocasionado con anterioridad daños a los cetáceos, se tenía la experiencia de otros centros turísticos, en florida por ejemplo, donde las lanchas rápidas están ocasionando la extinción de los manatíes locales, también conocidas como vacas marinas.
Sin embargo una vez más no encajaba el tipo de golpe presentado con el historial de los daños ocasionados por las lanchas. Esto era debido a que si el golpe era ocasionado por las aspas de los hélices de los motores, necesariamente debería haber una cortada en la piel de los animales muertos, y si el golpe era ocasionado por la quilla los golpes deberían presentarse en la parte superior de los animales este hecho era lo que más exonero a este segundo sospechoso ya que los golpes se presentaban en la parte inferior de los animales, a lo sumo en un costado, pero la mayoría de los golpes se encontraban en la parte inferior, las lanchas rápidas no podrían efectuar ese tipo de golpe, por lo tanto los investigadores también descartaron ese sospechoso.

Sin embargo en esa etapa de la investigación, uno de los grupos que estaba indagando este asunto, recibió una información sobre un suceso que tenía que ver con las marsopas y delfines, sin embargo, en ese momento no se le dio importancia, sobre todo porque esta historia provenía de un turista y a los investigadores les pareció inverosímil, la clasificaron como la clásica queja de un turista inconforme porque seguramente la propaganda turística que le ofrecieron difería de lo que él esperaba y si había llegado esta queja, disfrazada de información, al centro de vida salvaje era porque ellos eran los principales promotores de este tipo de turismo dado que ayudaba a que las relaciones de los cetáceos con los lugareños se convirtiera en algo beneficioso para los segundos y que esto conllevara a cuidaran a los primeros, por los beneficios del turismo, como sea, la información no fue tomada en cuenta. Mientras tanto, el verdadero asesino seguía activo, incluso se detecto un incremento de ese tipo de muertes en delfines jóvenes.

Los investigadores desconcertados volvieron a plantearse la posibilidad de que un depredador fuera el causante y hacia allá encaminaron sus esfuerzos, el otro enemigo natural de los cetáceos, incluso los más grandes, aparte de los tiburones los cuales por razones obvias fueron también desechados, eran los calamares gigantes, tal vez este animal atrapara a los pequeños delfines y marsopas y con sus tentáculos les provocara este tipo de herida, pero al final resulto otro callejón sin salida, los tentáculos no provocaban ese tipo de daño, así que cambiaron de enfoque y se concentraron en el tipo de daño que los cuerpos adolecían.

Al efectuar más autopsias a los cuerpos de las marsopas se concluyo que el tipo de daño presentado era parecido al que ocasionaba una onda explosiva, así que esta vez se concentraron en encontrar que podía ocasionar ese tipo de herida, su mirada se dirigió a las plataformas petroleras, era sabido que el escape de gas de las perforaciones podía provocar burbujas de este que estallaban en el mar, se considero una buena posibilidad que estas explosiones marinas debida a la explotación petrolera fueran las causantes, sin embargo, nuevamente, la coartada del sospechoso la dio el tipo de herida que no encajaba con la teoría de las detonaciones acuáticas, y es que la autopsia revelaba que todas las heridas eran en regiones donde estaban órganos vitales, sobre todo corazón y pulmones, las explosiones aleatorias no podían ser tan selectivas, no podían estar enfocadas cerca de los órganos vitales, aparte de que si los animales fueron afectados por este fenómeno tendrían huesos rotos y en ningún caso se detectaron huesos rotos, solo órganos y músculos dañados.

Desechar este ultimo sospechoso hizo recapacitar a los investigadores, sobretodo, en lo que habían dejado de hacer, volvieron al punto de partida y en una junta donde estaban reunidos todos los investigadores de los diferentes centros científicos de vida animal trataron de analizar en que habían fallado, en esa junta se informo que no se había hecho la autopsia a los animales que presentaron heridas en la piel, por cierto se indico que las heridas eran muy extrañas, jamás se las había visto antes, era una especie de arañazo poco profundo y en forma de “s” algo así como:

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Entonces se decidió efectuar una autopsia también a este grupo, y lo que se encontró fue que estos animales tenían el mismo tipo de heridas internas que el que no tenía heridas cutáneas, en ese punto los investigadores se percataron que tenían la huella “dactilar” del misterioso asesino serial, solo tenían que ir al banco de datos para encontrar la mandíbula que encajara con las marcas dejadas en las marsopas, este banco de dato estaba en el museo de historia natural de la localidad, donde se albergaban cientos de esqueletos de animales marinos, se comisiono a un investigador a efectuar un estudio para encontrar, al ahora ya, sospechoso de asesinato en primer grado, el investigador encontró una y solo una mandíbula que encajaba en el misterioso rasguño de las marsopas, tanto en la distancia de surco a surco, como en la profundidad de los dientes de dichos surcos y no era otro que el conocido delfín nariz de botella, famoso por su inteligencia y también por su amigable aspecto, debido principalmente a la terminación de su hocico parecida a una sonrisa humana, en realidad una sonrisa de un frió asesino, pero, si bien se tenía detectado al sospechoso, en la investigación policíaca se deben tener pruebas del crimen, y no se debe olvidar el motivo, el cual pasaba a ser el mayor misterio ya que en ninguna parte del mundo se presentaba este fenómeno donde convivían delfines nariz de botella y marsopas. También en ese punto de la investigación se acordaron de la información proporcionada por el turista, la cual había sido rechazada, como poco creíble, y que precisamente narraba el ataque de delfines nariz de botella contra una marsopa, esta había tratado de hallar refugio en las cercanías del bote pero varios delfines los alcanzaron y atacaron con golpes tan fuertes que lo hacían salir del mar y dar espectaculares piruetas o mejor dicho mortales contorsiones en el aire. La impresión de la familia que quería ver la vida marina no fue muy agradable, sin embargo ahora si había personas que le creían.

Esta vez las heridas internas si encajaban con el tipo de ataque efectuado por un delfín. El hocico, la arma principal del delfín, producía ese tipo de herida interna, así mismo, el delfín ataca desde abajo, localizando a su victima y tomando impulso hacía arriba para pegarles en la parte inferior, así el ataque es sorpresivo y devastador, pero lo más dramático era que la selección del punto preciso del mortal impacto, solo se podía explicar, por el sistema de eco localización que tiene el delfín nariz de botella, como un aparato de ultrasonido medico, el delfín puede elaborar una imagen en su mente de la distribución exacta del corazón y pulmones de sus victimas, por ello puede dar el golpe en el lugar más letal, pero, hasta ahora, solo eran pruebas circunstanciales, ya que el delfín nariz de botella no es depredador de las marsopas, la falta de una causa parecía exonerarlo, no obstante, la prueba vendría en un video hecho por otro turista junto con la posible causa de su bizarra actitud.

CONTINUARA…
"Todo aquel que crea en la telequinesis, que por favor levante mi mano.– James Randi."

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