El incendio de Alejandría.

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Roberto
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El incendio de Alejandría.

Mensaje por Roberto » Sab Jul 09, 2005 3:41 pm

Bajo las ordenes del califa Omar, las tropas del general Amr invaden Alejandría en (el) 642 con el objeto de quemar los miles de libros atesorados en su celebre biblioteca.
Filópon, un viejo filósofo cristiano; Rhazés, un médico judío; y la joven matemática Hipatía, conocedores del saber universal conservado en el edificio, intentarán disuadir al general. Cada día, los tres eruditos recordaran a Arm la vida y obra de los notables filósofos, científicos y poetas que trabajaron entre sus muros, como es el caso de Aristarco de Samos, Arquímedes o Euclides, logrando así fascinar al general.
Luminet vuelca erudición y sensibilidad para narrar el destino de un gran símbolo de nuestra cultura en este homenaje a la transmisión del saber más allá de las trabas ideológicas y religiosas.



Este es el interesante comentario de la contraportada del libro “EL INCENDIO DE ALEJANDRIA” de Jean-Pierre Luminet, lo acabo de comprar y estoy en la página 83, de este pequeño libro de editorial byblos. Sobre el autor encontré lo siguiente: Jean Pierre Luminet es astrofísico, escritor y poeta. Como investigador trabaja en el observatorio de París y en reconocimiento a su actuación un asteroide lleva su nombre. Como escritor aúna el interés por la ciencia y una agilidad en la trama que atrapa al lector. Es autor además de L’Univers chifonné, Le rendez-vous de Venus, Le feu du ciel, Noir soleil y Les poètes et l’Univers.

No es un libro muy ameno se requiere cierta disposición para leer conversaciones en el supuesto estilo antiguo en el que hablaban los personajes, que no solo son los cuatro mencionados también intervienen, varios sabios y eruditos antiguos como: el matemático Euclides, el súper ingeniero Arquímedes, el medico Serófilo de Calcedonia, el sabio universal Eratóstenes de Cirene, es un libro que demanda atención al lector, y aun así he leído muchas paginas rápidamente, es mi segunda recomendación o la recomendación de Julio. Adquiéranlo y conozcan como se respondieron en al antigüedad estas cinco preguntas: ¿Dónde está el centro del Universo? ¿Cuántos movimientos pueden describir los planetas? ¿Cuál es la forma y la dimensión de la tierra en la que tú y yo vivimos? ¿De dónde recibe la luz la Luna? ¿Cuántas estrellas hay en el cielo?

Todavía no se en que acaba el libro, pero, ya me sé el final, Carl Sagan también relata la quema de la biblioteca de Alejandría, en su obra Cosmos. Algunos comentan que este hecho sumergió en la oscuridad a la humanidad debido a la perdida del saber antiguo que contenía la biblioteca, yo particularmente coincido que esto solo fue el final de siglos anteriores de la defenestración que sufrió la biblioteca y su museo por parte de la intolerancia cristina.

Un reflexión que quisiera añadir a esta recomendación, es presentar el reto intelectual de que le dirías, estimado amigo, al general Arm para que el no incendie lo poco que queda de la biblioteca que tuvo la pretensión de, como dice el libro “Tolomeo Soler tuvo la ambición de reunir todas estas colecciones dispersas en una verdadera Biblioteca central, que poseyera toda la literatura mundial conocida”.

O en una forma más poética:

-¿Cuántos libros tenemos ahora amigo, Demetrio?
Tras dos años de colecta el bibliotecario respondió:
-Cincuenta y cinco mil muy pronto, señor, pero he oído que quedan todavía muchos entre los etíopes, los indos, los persas, los elamitas, los babilonios, los asirios, los caldeos, los fenicios y los sirios.
-¿Y cuantos crees que habrá en el mundo?
-A fe que no sé en absoluto. Pregúntaselo más bien a Euclides.
Así pues, el joven y apuesto Euclides soltó la carcajada y dijo:
-¿Cómo quieres que te lo diga? Sería preciso primero que yo supiese cuántas lenguas hay ene l mundo, y cuántas escrituras para transmitirlas. Y eso me preocupa menos que la virginidad de Atenea…
-Dame al menos una cantidad aproximada.
-En estos momentos, a orillas del Indo, un poeta escribe la última palabra de su epopeya, mientras en Siracusa un geómetra inicia un tratado de arquitectura. Hay sin duda tantos libros en el mundo como astros en el cielo. Cada noche se descubre uno nuevo.
-¿Y cuánta estrellas hay en el cielo?
Algo molesto, aunque negándose a reconocer su ignorancia, Euclides replicó.
-Los discípulos de Pitágoras se reconocían entre sí gracias a una estrella de cinco puntas, pues el cinco es el número nupcial, el de la armonía. Así pues…
-Así pues- le interrumpió el rey-, fijaremos en quinientos mil el número de libros que deben adquirirse. ¿Te parece razonable este objetivo, Demetrio?
-Añadiré el que hará quinientos mil y un volúmenes, señor, tu Historia de Alejandro, que, según me has dicho, está casi terminada.

Tal vez ningún argumento convencería a este general, que era un creyente verdadero. Como dice mi amigo Lalo, tal vez el esfuerzo de convencimiento debe estar en los incipientes creyentes antes de que estos caigan en irracionalidad de la retórica mística, creo que ese es el reto de los actuales escépticos, crear una estrategia de convencimiento para que no se consuma nuevamente el saber que nos proporciona la ciencia en un segundo holocausto como lo fue en el incendio de la biblioteca de Alejandría.

Esta estrategia, táctica, maniobra o como se le quiera decir, debe ser una logística de venta atrayente, como lo es el propio nombre de este sitio, que es una invitación a conocer lo sobrenatural, pero, no como lo que se imaginan muchos que teclean esa palabra buscando una fantasía o como tantos ejemplos que nos han proporcionado Randi y Penn & Teller.

No se si esta disertación tiene necesariamente algo que ver con el tema del libro, pero, la intención de los personajes de la obra: Filópon, Rhazés y Hiparía, lo cual sabemos que al final no se pudo conseguir, pueda ser que este pasando lo mismo con tanto esfuerzo tan inteligente de tantas paginas dedicadas al racionalismo que están en la red, sobre todo por su falta de una unión más pragmática y puesta en un objetivo. Sé que es una pretensión imposible el tratar de unir a tantos intelectos, ya que por lo regular la inteligencia viene acompañada de un gran ego, por lo cual siempre me he preguntado si mi reciente humildad es el resultado de que soy un genio que rompe la regla o que precisamente es un síntoma que no soy ninguna eminencia, sino, alguien modestamente tonto, supongo que debe haber un poco de las tres cosas en mí, ¿ven a lo que me refiero? la vanidad y la supuesta superioridad intelectual de los eruditos escépticos es una desventaja competitiva, tomen mi ejemplo, con un supuesto chiste ya me autoalabé hasta dos veces, ja, ja, ja, espero que con este ultimo reconocimiento de mi vanidad me redime de lo que estoy señalando.

Bueno esa es la propuesta para un mundo perfecto, la unión de los intelectuales escépticos y la creación de una campaña de penetración en la sociedad que sea efectiva.
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"Todo aquel que crea en la telequinesis, que por favor levante mi mano.– James Randi."

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Mensaje por Lalo Marquez » Sab Jul 09, 2005 9:00 pm

Evidente una faena súmamente difícil ¿cómo convencer a un mono testarudo de no destruir lo que él piensa que va contra sus creencias? Quizá sea el miedo lo que los lleve a querer deshacerse de lo que amenaza con contradecir sus más profunda fe, miedo a darse cuenta que lo que han creído toda su vida ha sido erróneo, miedo a que "alguien" los castigue o no los premie por atreverse a dudar. No sé. Pero me es muy interesante enterarme que Hipatia y Rhazés lograron "convencer" a una fuerza armada, solo para que al final la iglesia terminara con todo. Evidencia que un "creyente verdadero" no tiene cura, ni límite de estupidéz. Muy buen tema, amigo Roberto :)
Saludos de Lalo Márquez.

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