HIV, SIDA...¿¿lo cuestionaron alguna vez??

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¿Crees que el vih es la causa del sida?

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Esceptic0
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HIV, SIDA...¿¿lo cuestionaron alguna vez??

Mensaje por Esceptic0 »

Alguna vez cuestionaron si es verdad el HIV o el SIDA, seguro que no como yo hasta leer esto que voy a poner, no es para decir que no pasa nada porque SIEMPRE hay que consultar a los medicos pero me parece que para seguir haciendo que somos escepticos tratemos de darle objetividad a las cosas porque con las cosas que uno se entera hoy dia.. se mata por tantas cosas, ¿esta sera una?

Lo saque de aca

¿Es el sida una gran mentira? - La version disidente
Antes que nada aclaro, no espero con este post que las personas cambien de parecer, ni que me tilden de "eso es imposible", ni nada de eso, solo que las personas que lamentablemente hayan contraido la enfermedad, tengan a bien realizarce otro examen en otro lugar, mejorar su alimentacion y preguntar si el AZT es realmente lo que debe ser, vean los efectos secundarios del mismo, por favor antes de opinar lean TODO el texto, espero no leer forobardo muchas gracias



1. Introducción
"Sabemos que errar es humano, pero la hipótesis de que el VIH es la causa del SIDA es un error diabólico".



(Palabras de Kary Mullis, Premio Nobel de Química 1993, en el prólogo del libro "Inventando el virus del SIDA", de Peter Duesberg [1]).



¿Es posible que el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) NO sea la causa del SIDA? ¿Es posible que la inmensa mayoría de los ministerios y servicios públicos de salud, facultades de medicina, centros médicos, organizaciones y publicaciones científicas, e incluso la Organización Mundial de la Salud, lleven 20 años aceptando y difundiendo una "versión oficial" que no está respaldada por ninguna evidencia científica? ¿Es posible que el VIH, el virus asesino que 70 millones de personas han creído tener en la sangre, ni siquiera exista? ¿Es posible que los que defienden la "versión disidente", entre los cuales hay al menos 2 Premios Nobel, hayan sido sistemáticamente censurados por casi la totalidad de los medios de comunicación del mundo? ¿Es posible que 26 millones de personas hayan muerto por una enfermedad falsa? ¿Es posible que el SIDA sea el negocio más perverso de las últimas décadas, o tal vez de la historia?



Probablemente, la gran mayoría de las personas que lean estas preguntas responderá dentro de su cabeza "No, nada de eso es posible". Algunos dirán "El mundo está podrido, pero nunca tanto…" Otros irán un poco más lejos: "Tal vez las multinacionales farmacéuticas estarían dispuestas a montar un negocio semejante, pero no podrían obtener la complicidad de las escuelas de medicina, las revistas científicas, o los médicos independientes que no obtendrían ningún beneficio".



Sin embargo, cualquiera que se considere escéptico, que esté anímicamente dispuesto a aceptar que lleva años creyendo mentiras y sumergido en la ignorancia, y que se dé el tiempo de buscar información relacionada a la "versión disidente" sobre el VIH y el SIDA en internet (el único medio de comunicación que los poderes políticos y económicos no pueden controlar), encontrará toneladas de información como para entender que todas las preguntas del primer párrafo tienen una escalofriante respuesta: SÍ, TODO ESO ES POSIBLE.



Soy demasiado ignorante sobre biología, química y medicina como para saber a ciencia cierta qué es verdadero y qué es falso en este tema, pero al menos estoy seguro de una cosa: durante 20 años se nos ha ocultado mucha información, y ese solo hecho me parece inaceptable.



2. La ignorancia está de moda



Hace 5 años, mi única preocupación sobre el VIH y el SIDA era ser prudente en mi vida sexual para evitar contagiarme, y nunca me preocupé de informarme más allá de los métodos de prevención.



Pero en 1999 supe que existía una "versión disidente", totalmente opuesta a la oficial. Primero leí en la Zona de Contacto un reportaje sobre Kary Mullis, y tres años después una entrevista a un doctor chileno llamado Gonzalo Larraín, en el desaparecido Diario Noreste (ya hablaré de ambos personajes). Me invadieron la curiosidad y la ansiedad por encontrar respuestas, y desde entonces he pasado cientos de horas en internet buscando información que me parezca confiable sobre esta "versión disidente", tratando de responder las muchas preguntas que inevitablemente han ido apareciendo. Gracias a eso, ahora sé algo sobre el tema, aunque todavía es muy poco, pero suficiente como para tener numerosas dudas razonables acerca de la versión oficial.



En estos 5 años he conversado el tema con unas 50 personas, entre familiares, amigos y conocidos. Casi todos leen diarios, revistas y libros, ven bastante televisión por cable, y tienen internet en sus casas. Pese a su fácil acceso a la información, ninguno de ellos había escuchado o leído algo sobre la versión disidente. Para el 100% de mis "encuestados", había una sola verdad sobre el SIDA, y además sabían muy poco sobre esa "verdad". Muchos de ellos pusieron cara de sorpresa cuando supieron que VIH y SIDA no son sinónimos (ni en la versión oficial ni en la disidente).



Además de la ignorancia, me ha sorprendido y entristecido la poca importancia que casi todos ellos le dieron al problema cuando se los conté. Algunos me escucharon con bastante atención y se sorprendieron mucho, pero hasta donde recuerdo, nadie me volvió a mencionar el asunto. No parecen darse cuenta de que éste no es un problema de vida o muerte, sino un problema de decenas de millones de vidas o muertes. Por más que sean mis familiares, amigos y conocidos, no puedo evitar considerarlos cómplices por omisión, y la principal motivación que tengo para escribir esto es precisamente crear conciencia entre la gente que me rodea.



Pero aunque ahora todo esto me impresiona bastante, es exactamente la misma ignorancia en la que yo estaba sumido hace pocos años. Por lo tanto, creo que para poder hablar de la versión disidente, es necesario empezar por aclarar los aspectos más básicos de la versión oficial.



3. La "versión oficial"



Al igual que la mayoría de los asuntos que involucran millones de muertes con billones de dólares, la versión oficial del SIDA nació en EE.UU. Según el sitio www.vihsida.cl [2]:



"En junio (de 1981) el Centro para el Control de Enfermedad de Atlanta en Estados Unidos (CDC, Centers for Disease Control), publica el primer reportaje sobre un tipo raro de neumonía: 'Pneumocistis Carinii' en cinco jóvenes, todos homosexuales activos residentes en Los Angeles. No se frecuentaban entre ellos, no tenían amigos comunes y no tenían conocimiento de enfermedades similares entre sus compañeros sexuales. Dos de ellos informaron haber mantenido relaciones homosexuales con diversas personas.



El cuadro inicialmente fue interpretado de la siguiente forma:



1) Todos presentan infecciones oportunistas, por lo tanto, debía existir un trastorno de la inmunidad y



2) Un agente infeccioso sexualmente transmisible, debía ser el responsable de este nueva enfermedad.



La creencia inicial de limitar esta enfermedad sólo a homosexuales llevó a algunos autores a denominarla "Síndrome de Inmunodeficiencia relacionada con los homosexuales" o "Peste Rosa". En agosto del mismo año, 111 casos similares fueron reportados al CDC, lo que llevó a organizar un registro nacional de casos. Luego, nuevos casos de SIDA fueron descritos en drogadictos haitianos, hemofílicos, pacientes transfundidos, hijos de madres en riesgo, parejas heterosexuales y trabajadores de la salud, lo que hizo a la comunidad médica y a la sociedad, tomar conciencia de la existencia de una nueva epidemia sin precedentes en la historia de la medicina ".



En 1983, dos años después de definida esta "nueva enfermedad" se "descubrió" cuál era la causa: un nuevo virus llamado VIH (siendo más estricto, es un retrovirus, pero la diferencia me parece irrelevante para los objetivos de este ensayo). Los responsables de este sensacional descubrimiento fueron dos: el norteamericano Robert Gallo, que trabajaba en los National Institutes of Health (NIH, uno de los dos principales organismos públicos de salud de EE.UU.), y el francés Luc Montagnier, del Instituto Pasteur de París. Aunque en un principio hubo polémica entre ambos por la paternidad de la hipótesis VIH = SIDA, al poco tiempo se pusieron de acuerdo y decidieron compartir el dudoso honor. Hasta el día de hoy, ambos son considerados las máximas eminencias en el tema, y han ganado reconocimiento, galardones, fama y, sin duda, mucha plata.



Todos sabemos que SIDA significa Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida (a su vez, síndrome significa "conjunto de síntomas", mientras que VIH quiere decir Virus de Inmunodeficiencia Humana. Según la versión oficial, el VIH es la causa del SIDA.



Una persona que supuestamente tiene el VIH en la sangre pero todavía no tiene ningún síntoma, es un "portador sano", "portador asintomático", o "portador pasivo". El VIH debilita nuestro sistema inmunológico (es decir, las defensas naturales de nuestro cuerpo), por lo que esa persona tarde o temprano va a tener síntomas, y pasará a ser un "portador enfermo", "portador sintomático", o "portador activo". En otras palabras, va a tener SIDA.



Tanto en Chile como en el mundo, hay más portadores sin SIDA que portadores con SIDA. Pese a esto, uno de los principales "logros" de la propaganda oficialista es haber instalado en la cabeza de la gente más o menos informada la certeza de que VIH y SIDA son, respectivamente, causa y efecto. Y peor aún, en la cabeza de la gente desinformada, se ha instalado la aberrante y confusa idea de que VIH y SIDA son distintos nombres para una misma cosa. Éste es el primer malentendido que hay que desterrar.



Según un documento oficial de la OMS del año 2004, "El SIDA (Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida) es una enfermedad causada por un virus llamado VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) y que ocasiona la destrucción del sistema inmunitario de la persona que la padece. El SIDA fue descubierto a finales de la década de los 70 y su descubrimiento fue publicado científicamente por primera vez el 5 de julio de 1981 en Mortality Weekly Report, una revista periódica de medicina. Esta fecha ha sido la más acogida por la comunidad científica, aunque claramente disputada por varios investigadores [3]".







4. La "versión disidente"



Aunque dentro de los disidentes existen diversas posturas, hay bastante concordancia en cuanto a negar, desmentir o al menos poner en duda prácticamente todos los principios básicos de la versión oficial. Según los disidentes:



4.1. El SIDA no es una enfermedad propiamente tal, es sólo un concepto artificioso que engloba una treintena de enfermedades preexistentes. De hecho, la lista de enfermedades incluidas ha ido creciendo sistemáticamente durante estos 20 años, inflando así la cantidad de personas etiquetadas como enfermos de SIDA.



4.2. Nadie ha demostrado jamás que el VIH sea la causa del SIDA, ni que el virus se transmite por la vía sexual. Es más, ni siquiera se ha demostrado que el VIH existe.



4.3. Las posibles causas por las que un sistema inmunológico puede deteriorarse hasta el extremo de provocar la muerte son múltiples: desnutrición, malas condiciones sanitarias, uso y abuso de drogas intravenosas, entornos sociales agresivos, y, especialmente, el estigma del SIDA, la propaganda del terror, la condena a muerte que significa resultar positivo en un test y, en gran medida, las drogas - legales, por cierto - extremadamente tóxicas que se les recetan a los portadores sanos y enfermos, especialmente el AZT, que fue desarrollado en los años 70 como anticancerígeno, pero fue posteriormente desechado... por tóxico.



4.4. Los tests que supuestamente detectan la presencia del VIH en la sangre no tienen ninguna validez científica. Aquí hay otra confusión muy difundida, porque he oído a muchas personas referirse al "test de Elisa" como el "test del SIDA", cuando en realidad es un disparate creer que el SIDA es algo que se puede encontrar en la sangre. Un poco menos absurdo es creer que los tests detectan la presencia del VIH en la sangre, pero la realidad tampoco es ésa: simplemente detectan una presencia anormal de ciertos anticuerpos que supuestamente indican la presencia del VIH.



La "versión disidente" no es, como muchos pueden creer, un delirio paranoico de un puñado de chiflados ociosos o seudorebeldes. A continuación, voy a escribir acerca de algunas de las personas que defienden esta postura. Creo que con esto puedo matar dos pájaros de un tiro: por un lado, demostrar que es una teoría más que respetable, y por otro lado, contar en qué consiste a través de los postulados y las experiencias de estas personas.



Con ustedes, los disidentes:



Disidente #1: Peter Duesberg



Científico alemán nacido en 1936, y radicado en EE.UU desde 1964. Es Doctor en Química de la Universidad de Frankfurt (Alemania), y profesor de Biología Molecular y Celular de la Universidad de Berkeley (California) desde 1973 hasta la fecha. Fue el primero en aislar el gen del cáncer, ganó el Premio Anual de Científicos de California en 1971 y fue electo miembro de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. en 1986.



Peter Duesberg fue uno de los primeros en oponerse a la versión oficial del SIDA. Él sostiene que el VIH posiblemente existe, pero es inofensivo, y que la principal causa del SIDA es el abuso de las drogas, tanto de las recreativas como de las recetadas contra el propio SIDA. Pese a sus sobrados méritos y a su indiscutible aporte a la ciencia, ha sido sistemáticamente censurado por los medios, y el gobierno de EE.UU. le retiró totalmente el apoyo económico, por lo que ha tenido que seguir investigando por sus propios medios.



En una entrevista concedida en 1998 a "El Pequeño Periódico", de Colombia, Duesberg declaró lo siguiente:



"Se realizan encuentros internacionales anuales alrededor del SIDA, a los cuales no se invita a nadie que no crea en el VIH y eso es extremadamente grave para la ciencia. Eso puede ser religión, puede ser política, pero no ciencia. La ciencia es tradicionalmente abierta a otras posibilidades, especialmente cuando no se tienen resultados (...) La mayoría de las grandes universidades de Norteamérica no permiten un seminario sobre este aspecto. Están todas cerradas porque si usted habla, ellos podrían perder sus fondos, podrían perder a sus amigos, las grandes compañías les quitarían su apoyo y podrían quedar sin sus tremendos megabyte de entradas".



"En los últimos años nadie quiere invitarme a ningún encuentro porque estoy cuestionando el VIH, y cuestionando la gigantesca inversión, la gigantesca industria. La industria de cincuenta billones de dólares que se han gastado. En nombre de la tecnología científica no podemos tener toda esa gente sufriendo y muriendo innecesariamente. Y lo digo porque la están matando con AZT. La droga no sólo no les ayuda, sino algo peor, el AZT realmente los está matando. (...) Y todo en nombre de una hipótesis que hasta ahora no ha curado a nadie[4]".



Peter Duesberg ha escrito y co-escrito varios libros sobre este tema, entre ellos "Por qué NUNCA ganaremos la guerra contra el SIDA", "SIDA: ¿Causado por Virus o por Drogas?", "SIDA Infeccioso: ¿Hemos Sido Engañados?", "SIDA: Las Buenas Noticias son...", e "Inventando el Virus del SIDA". Éste último es probablemente el más famoso, y su prólogo está escrito por otro renombrado disidente: Kary Mullis.



Disidente #2: Kary Mullis



Doctor en Bioquímica de la Universidad de Berkeley (California). En 1993 obtuvo el Premio Nobel de Química por haber inventado una técnica para analizar el ADN llamada Reacción en Cadena Polimerasa (en inglés, Polymerase Chain Reaction, o simplemente PCR). Esta técnica es usada en el famoso "test de Elisa" para medir la carga viral (en otras palabras, la "cantidad de virus" en los supuestos portadores. Sin embargo, el propio Kary Mullis - sin duda uno de los disidentes más enérgicos - ha dicho hasta el cansancio que la PCR no sirve para medir cargas virales, y que habría renunciado al Nobel si hubiera sabido el uso que se le iba a dar a su invención.



El prólogo que Mullis escribió para el libro de Duesberg, es, a mi juicio, uno de los textos más creíbles y a la vez impactantes sobre la versión disidente. En él, Mullis relata que en 1988 estaba escribiendo un reporte para Specialty Labs (Santa Monica, California), y cuando redactó la frase "El VIH es la causa más probable del SIDA", quiso respaldar su afirmación con alguna cita científica.



"Para mí, era muy llamativo que el individuo que había descubierto la causa de una enfermedad mortal y hasta ahora incurable, no fuese continuamente aludido en las publicaciones científicas hasta que la enfermedad estuviese curada y olvidada. Pero, como pronto aprendería, el nombre del individuo - que sería seguro materia de Premio Nobel - no estaba en boca de nadie. (...) Tenía que haber un informe publicado, o quizás varios, que juntos indicasen que el VIH es la posible causa del SIDA. Tenía que haberlo".



Mullis también buscó la información en internet y no la encontró, pero no le dio mucha importancia a eso. "Para estar seguro de una conclusión científica, lo mejor es preguntar a otros científicos directamente. (...) Como parte de mi trabajo, iba a muchos encuentros y congresos. (...) Adquirí el hábito de acercarme a cualquiera que diese una charla sobre SIDA y preguntarle qué referencias debía citar para esa cada vez más polémica declaración: «el VIH es la probable causa del SIDA». Después de 10 ó 15 encuentros en un par de años, empecé a preocuparme cuando vi que nadie podía citarme la referencia. No me gustaba la fea conclusión que se estaba formando en mi mente: la campaña entera contra la enfermedad considerada con creces como la peste negra del siglo XX, estaba basada en una hipótesis cuyos orígenes nadie podía recordar. Eso desafiaba tanto al sentido científico como al común.



Finalmente, tuve la oportunidad de interrogar a uno de los gigantes de la investigación del VIH y del SIDA, el doctor Luc Montagnier, del Instituto Pasteur, cuando dio una charla en San Diego. Esta sería la última vez en que sería capaz de realizar mi pregunta sin mostrar cólera. Me figuré que Montagnier conocería la respuesta, así que se la planteé".



Montagnier intentó eludirlo con un par de débiles respuestas con las que Mullis no se dio por satisfecho, y ante la insistencia de éste, "el doctor Montagnier se dirigió hacia el otro lado de la habitación para saludar a un conocido".



"(Duesberg y yo) No hemos podido encontrar ninguna buena razón por la cual la mayoría de la gente sobre la tierra cree que el SIDA es una enfermedad causada por un virus llamado VIH. Simplemente no hay evidencia científica alguna que demuestre que eso es cierto".



"Tampoco hemos sido capaces de descubrir por qué los médicos recetan una droga tóxica llamada AZT (Zidovudina-Retrovir) a personas que no tienen otro mal que la presencia de anticuerpos al VIH en su cuerpo. De hecho, no podemos entender por qué ningún ser humano debería tomar esa droga cualquiera que fuese la razón que se adujese".



"Ni Duesberg ni yo podemos entender cómo ha surgido esta locura (...) Sabemos que errar es humano, pero la hipótesis VIH/SIDA es un error diabólico [5]"



Disidente #3: Stefan Lanka



Científico alemán nacido en 1963. Licenciado en Biología desde 1989, Doctor en Ciencias de la Naturaleza, biólogo, biólogo molecular y, esencialmente, virólogo. Es sin duda uno de los disidentes más extremistas y radicales, llegando incluso a criticar agriamente a Duesberg por aceptar la posible existencia del VIH. De los aproximadamente 2.000 virólogos que hay en el mundo, Lanka es uno de los pocos que ha conseguido aislar un nuevo virus (el Ectocarpus Siliculosis, en 1988).



En una didáctica entevista que le hizo en 1997 el español Lluis Botinas (director del Centro Orientativo de Bio-Regeneración Aplicada, C.O.B.R.A), Lanka explica en términos simples y categóricos por qué dice que el VIH no existe. Resumo sus respuestas conservando lo que me parece esencial:



"(Los requisitos exigidos para poder afirmar que un nuevo virus ha sido aislado) Son cuatro. Ante todo, presentar cuatro fotografías. Una del virus infectando células; la segunda, de uno o varios ejemplares del virus pero sin absolutamente nada más en la fotografía; la tercera, de las diferentes proteínas que forman la envoltura del virus, separadas según su tamaño por medio de una técnica que se llama electroforesis en gel; y la cuarta, del ácido nucleico del virus.



El segundo requisito es caracterizar exactamente cada proteína, es decir, fijar qué aminoácidos la componen y en qué orden están colocados. Y lo mismo con el ácido nucleico, secuenciando sus letras genéticas.



El tercer requisito es efectuar los experimentos de control. Supongamos que de unas células infectadas hemos conseguido las cuatro fotografías mencionadas. Hay que trabajar en paralelo con el mismo tipo de células pero no infectadas, y al efectuar dichas cuatro fotos no debe aparecer nada que coincida con lo contenido en las fotos del virus. Hay que repetir cuidadosamente varias veces estos controles, a fin de evitar que haya habido lo que se llama contaminación, y poder finalmente afirmar con toda seguridad que las proteínas y el genoma hallados son realmente del nuevo virus.



Y el cuarto requisito es, a medida que se va avanzando en el aislamiento y caracterización del nuevo virus, ir publicando en revistas científicas adecuadas artículos que expliquen los resultados que se van obteniendo, así como las condiciones exactas en que se está trabajando. Así otros investigadores pueden reproducir los experimentos y comprobar que se llega a los mismos resultados. Por ejemplo, a medida que fuimos aislando ‘mi' EsV, publicamos cuatro artículos sucesivos en la revista Virology.



En cuanto al VIH, no se ha cumplido con absolutamente ninguna de estas cuatro exigencias".



Lanka tuvo un papel protagónico en uno de los hitos más significativos de la historia del SIDA. A mediados de los años 90, en Göttingen (Alemania) un médico germano fue acusado de 14 asesinatos y 5.800 intentos de asesinato, todos mediante la transfusión de sangre supuestamente contaminada con el VIH. Lanka se presentó voluntariamente a declarar que no había ninguna prueba científica de la existencia del mentado virus, por lo tanto no podía haber ninguna sangre contaminada con él. Por la contraparte, el Tribunal no pudo encontrar ni un solo científico que se atreviera a declarar bajo juramento que el VIH efectivamente existía. El 24 de febrero de 1997, el Tribunal dictó una resolución que debiera haber sido portada de todos los diarios del mundo: al no haber evidencia de que el virus existe, el acusado fue absuelto de todos los cargos. Sin embargo, como ha sucedido desde que existe la versión disidente, este fallo judicial histórico fue más censurado que difundido por los medios de comunicación.



Podría seguir escribiendo páginas y páginas sobre Stefan Lanka (también sobre Duesberg, Mullis y los que vienen a continuación), pero como hay una extensión límite para este concurso, sólo quiero agregar sus lapidarias opiniones acerca de Luc Montagnier y Robert Gallo:



"El Dr. Montagnier es un mediocre que nunca dijo que su ‘retrovirus' fuese la causa del SIDA. Precisamente por ello ya en 1990 planteó su hipótesis de los cofactores: puesto que el VIH es incapaz por sí solo de matar célula alguna, es necesario que haya otro factor que actúe al mismo tiempo sobre la misma célula. Y en el reportaje ‘SIDA: la duda', dirigido en 1996 por Djamel Tahi, declara que la transmisión heterosexual no se ha confirmado en Occidente. Resumiendo: el Dr. Montagnier, aunque afirmó haber aislado en 1983 un nuevo ‘retrovirus' y sigue beneficiándose de ello, quita importancia al papel del supuesto VIH en tanto que supuesta explicación del SIDA. En cambio, el Dr. Gallo primero intentó colar como virus del SIDA (donde mataría células) el mismo ‘retrovirus' VLTH-1 que había presentado en vano como causante de leucemia (donde multiplicaría células). Luego el Dr. Gallo robó el ‘virus' del Dr. Montagnier y tomó la iniciativa de presentarlo como la causa del SIDA en una multitudinaria conferencia de prensa el 23 de abril de 1984, sin que previamente hubiese aparecido ni un solo artículo científico suyo que pudiese ser analizado por otros investigadores; es más, ni siquiera hubo una reunión entre científicos de distintos centros que avalase la ‘sensacional noticia'. Y el Dr. Gallo actuó así porque el New York Times del día anterior sacó un artículo en primera página en el que el director de los CDC (Centers for Disease Control, que fueron quienes dirigieron el invento del SIDA) daba a conocer que los CDC apoyaban al ‘virus francés' mientras que los NIH (National Institutes of Health, para los que trabajaba el Dr. Gallo) respaldaban al ‘virus americano'. Convocar una rueda de prensa y convertir en verdad social que el ‘virus del Dr. Gallo' era la causa del SIDA fue una maniobra para zanjar el enfrentamiento entre las dos principales instituciones sanitarias de los USA. Y que esa maniobra fue al máximo nivel lo ratifica que el mismo día los NIH registrasen la patente de un test del Dr. Gallo aún por confeccionar, con lo que se aseguraban millones de dólares en royalties... El Dr. Gallo es un gángster científico que ha sido condenado por mala conducta profesional por una comisión del Senado de los EE.UU., por lo que tuvo que dejar de trabajar en una institución pública como son los NIH y ahora ‘investiga' en un centro privado que le ha construido directamente la industria farmacéutica... [6]"



Disidente número 4: Christine Maggiore



Christine Maggiore es muy distinta a los 3 disidentes anteriores, ya que no tiene ninguna formación científica. Sin embargo, junto a Kary Mullis escribió un libro clave para entender la versión disidente: "¿Qué pasaría si todo lo que crees saber sobre el SIDA fuera falso?" ("What if everything you thought you knew about AIDS was wrong? [7]"



Maggiore era una mediana empresaria de cierto éxito, y en 1992 se hizo un test de Elisa como parte de un chequeo de rutina. El resultado del test fue positivo, y ella, que hasta ese momento creía firmemente en la versión oficial, sintió que su mundo se derrumbaba y se imaginó a sí misma sufriendo y agonizando convertida en un desecho humano. Un año después se hizo un segundo test, y el resultado fue negativo. Un tercer test fue positivo, y el cuarto fue negativo.



Como hubiera hecho cualquier persona, Christine Maggiore empezó a investigar por su cuenta y se sorprendió ante lo que descubrió: los tests no medían la presencia del virus sino de ciertos anticuerpos, y ningún científico había explicado todavía cómo el VIH producía el SIDA. Así, inevitablemente se transformó en una disidente.



Llegó a estar tan convencida de que la versión oficial no era fiable, que no sólo decidió no tomar AZT, sino que además ella y su esposo (el documentalista Robin Scovill), decidieron tener sexo sin condón, e incluso tuvieron un hijo que además fue amamantado por Christine, lo que ha desatado la ira de muchas personas. En el año 2001, cuando el programa "20/20", de la cadena ABC News dedicó un segmento a la historia de Christine, Charlie ya tenía 3 años y tanto él como su madre estaban en perfectas condiciones de salud [8].



Traté de comprar el libro "¿Qué pasaría si todo lo que crees saber sobre el SIDA fuera falso?", pero como era de esperarse, no lo encontré. Pero se puede comprar, al igual que los libros de Duesberg, en www.amazon.com. Si eres un enfermo de SIDA, o un supuesto portador, o conoces a alguien que lo sea, te recomiendo conseguirlo. También te recomiendo visitar la página creada por Christine Maggiore, www.aliveandwell.org, cuya versión en español es www.vivoysano.com. En ellas hay mucha información escrita en forma muy simple sobre la experiencia de Christine y sobre las alternativas para prevenir y combatir el SIDA.



Disidente #5: Thabo Mbeki



Mbeki no es científico, ni tampoco es portador del VIH, ni presunto enfermo de SIDA. Thabo Mbeki es el Presidente de Sudáfrica, el país con mayor cantidad de enfermos de SIDA en el mundo: más de 4 millones, lo que corresponde al 10% de la población total del país [9].



El Presidente sudafricano ha sido el centro de una fuerte polémica en su país y en el resto del mundo por su apertura hacia la teoría disidente. En el año 2000 generó violentas reacciones en el Parlamento Sudafricano, especialmente entre la oposición, cuando se publicó una carta que Mbeki le envió a Bill Clinton, entonces presidente de EE.UU., que entre otras cosas decía lo siguiente:



"...nuestra búsqueda de estas respuestas específicas y plenamente orientadas está siendo estridentemente condenada por algunos en nuestro país y en el resto del mundo presentándola como un abandono criminal de la lucha contra el VIH/SIDA.



Se sugiere, por ejemplo, que hay algunos científicos que «son peligrosos y están desacreditados», y con los que nadie, incluido nosotros, debería comunicarse o interactuar. ¡En un periodo anterior de la historia humana, serían herejes a los que habría que quemar en la hoguera!.



No hace mucho, en nuestro propio país las personas eran asesinadas, torturadas y encarceladas, y prohibida su mención tanto en privado como en público, porque la autoridad establecida creía que sus puntos de vista eran peligrosos y estaban desacreditados.



Ahora se nos pide que hagamos precisamente lo mismo que hizo la tiranía racista del apartheid porque, se dice, existe una visión científica que es apoyada por la mayoría, y contra la que está prohibido disentir.



¡Los científicos a los que se supone que hemos de poner en cuarentena científica incluyen Premios Nobel, miembros de Academias de Ciencias, y Profesores Eméritos de varias disciplinas de medicina!.



Científicos, en nombre de la ciencia, solicitan que cooperemos con ellos en congelar el discurso científico sobre el VIH/SIDA en el punto concreto que ese discurso alcanzó en Occidente en 1984.



Personas que en otro tema lucharían decididamente para defender los decisivamente importantes derechos de libertad de pensamiento y libertad de expresión, respecto al tema VIH/SIDA ocupan la primera línea en la campaña de intimidación y terrorismo intelectual, alegando que la única libertad que tenemos es estar de acuerdo con lo que estas mismas personas decretan que son verdades científicas demostradas [10]".



La actitud de Mbeki está en línea con una creencia generalizada entre los disidentes: la verdadera amenaza contra la salud del pueblo africano no es un virus, sino la desnutrición y las malas condiciones sanitarias.



Disidente #6: Mark Pierpoint



Mark Pierpoint era el Coordinador del Programa de Prevención del VIH/SIDA del Estado de Florida. El 3 de junio de 1999, anunció públicamente su renuncia al cargo y escribió a sus autoridades una carta que, entre otras cosas, decía:



"Después de una cuidadosa evaluación, considero que no puedo continuar promoviendo la Educación sobre el VIH/SIDA ni la aplicación de los tests de VIH (...) Si lo hiciese, estaría violando mi propia conciencia puesto que estas instrucciones reconocen y promueven una única opinión científica respecto de la causa del SIDA.



(...) Desgraciadamente, sólo una parte de los datos científicos ha sido puesta al alcance del público (...) Esta ciencia dominante es promocionada e incluso manipulada por los gigantes farmacéuticos que tienen un motivo obvio de beneficio. (...) el Servicio de Salud Pública ha hecho todo lo posible para silenciar opiniones científicas contrarias y en consecuencia ha negado a la población su fundamental derecho a un consentimiento informado.



Por la presente retiro mi participación de lo que un día puede ser visto como la mayor violación del principio de consentimiento informado en la historia de la Salud Pública [11]".



Aunque Pierpoint no sea una gran eminencia científica, aunque no haya escrito ningún libro, y aunque la única información que he encontrado sobre él es la que acabo de transcribir, creo que su testimonio tiene un valor enorme: formuló una gravísima acusación al Servicio de Salud Pública de EE.UU. después de conocer durante años su funcionamiento desde adentro.



Disidente #7: Gonzalo Larraín



Médico chileno, titulado en la Pontificia Universidad Católica. Una entrevista suya publicada en el Diario Noreste, cuyo título era "La salud es el equilibrio de las partes [12]" fue lo que detonó mi preocupación por este escalofriante asunto. En esa entrevista, Larraín demostraba ser un médico muy atípico, un outsider del sistema, que por iniciativa propia trabaja en consultorios de provincia, y un gran conocedor de diversas formas de medicina natural.



En términos generales, Larraín coincide con la postura disidente, y dice haber tratado a muchos pacientes etiquetados como enfermos de SIDA, con muy buenos resultados. Le otorga una enorme importancia a fortalecer el estado anímico de sus pacientes, y dice que lo primero es convencerlos de que no se están muriendo, y de que deben abandonar los tratamientos químicos de inmediato. Sostiene que todos los organismos vivos tenemos sistemas inmunológicos extremadamente eficientes, capaces de deshacerse por sí solos de cualquier virus, y por lo tanto, los médicos no deberían perder el tiempo persiguiendo virus, sino fortalecer el organismo. Según Larraín, una vida saludable, una buena alimentación y un espíritu optimista son la mejor medicina existente.



Hace como un mes llamé al doctor Larraín para entrevistarlo, ya que hasta donde sé es el único chileno que defiende la versión disidente. Me dijo que primero yo tenía que leer el libro de Christine Maggiore, para que pudiéramos empezar a conversar, así que por ahora la entrevista está pendiente.



Otros disidentes



Todo lo que he escrito representa apenas una pequeña parte de la información que he leído en internet. Hay muchos otros representantes de la versión disidente que hubiera incluido en este texto si hubiera tenido más tiempo y espacio, así que recomiendo buscar información sobre ellos también: la doctora australiana Eleni Papadopoulos, el norteamericano Walter Gilbert (Premio Nobel de Química 1980), los españoles Jesús García Blanca y Lluis Botinas, el colombiano Roberto Giraldo, y muchos otros nombres que aparecerán rápidamente si te tomas la molestia de investigar.



5. Conclusiones



El objetivo de este texto nunca fue llegar a la verdad sobre el VIH y el SIDA. Para eso están los científicos, y yo - repito - no sé casi nada sobre biología, química, virología, medicina, bioquímica ni nada que se le parezca.



Pero como no tengo las respuestas, creo que puedo aportar a generar preguntas. Mi objetivo es que este texto sea difundido, que lo lea la mayor cantidad de gente posible, que los lectores se sorprendan, se espanten, sientan escalofríos y se cuestionen profundamente hasta qué punto nuestro derecho a la información, en este asunto y muchos otros, ha sido manipulado por los medios de comunicación.



Vivimos en un mundo donde la ambición por el dinero (en forma de petróleo) puede originar guerras que acaban con la vida de cientos de miles de civiles inocentes, mientras los genocidas siguen ocupando sus puestos de poder y planeando la próxima masacre. Entonces, ¿por qué cerrarse a la posibilidad de que esa misma ambición esté matando a millones de personas de otra forma distinta a la guerra? Creo que hay motivos más que suficientes como para, al menos, dudar de la versión oficial sobre el VIH y el SIDA. El camino hacia el conocimiento está lleno de dudas; el camino hacia la ignorancia está lleno de certezas.



Los disidentes hacen muchas preguntas; los oficialistas las evaden en lugar de responderlas directamente.



Los disidentes defienden lo que creen con argumentos científicos; los oficialistas suelen optar por la descalificación y el desprecio.



Los disidentes claman por espacio en los medios de comunicación, pero son censurados; los oficialistas tienen todos los medios a su disposición.



Los disidentes han perdido (o dejado de ganar) mucho dinero, obteniendo a cambio muchos problemas por defender sus ideas.



Kary Mullis podría ser otro magnate del SIDA si hubiera querido aprovechar económicamente su invento, la PCR, pero no lo hizo. Duesberg perdió el apoyo económico del gobierno norteamericano. Christine Maggiore se ha ganado el repudio de miles de personas que, estando infinitamente menos informadas que ella, la tratan como a una criminal peligrosa. Thabo Mbeki ha obtenido fuertes críticas y ha visto fuertemente afectada su popularidad como político.



Hace un par de horas, eras inocente gracias a tu desinformación. Pero si ya leíste este texto, y no haces nada, te conviertes en cómplice y encubridor. Haciendo algo tan simple como difundir lo que ahora sabes, tal vez puedes ayudar a que mucha gente deje de sufrir, e incluso puedes salvar vidas.



No quiero que creas ciegamente todo lo que dice este texto, pero tampoco creas ciegamente lo que dice la versión oficial.



¿Estoy en lo cierto o no? Ni yo sé. Infórmate, cuestiona, duda, y júzgalo por ti mismo.



[1] http://www.duesberg.com/viewpoints/kintro.html



[2] http://www.vihsida.cl/paginas/024.html



[3] NOTA: www.unadr.org/mnula2004/guias/oms.pdf



[4] http://www.robertogiraldo.com/esp/artic ... sberg.html



[5] http://www.duesberg.com/viewpoints/kintro.html



[6] www.arrakis.es/~cobra.an/informes.htm



[7] http://www.vivoysano.com/index.php?page=whatif



[8] http://www.aliveandwell.org/index.php?page=010907-1



[9] http://www.aegis.com/news/afp/2000/AF000467_ES.html.



[10] http://free-news.org/tmbeki01.htm



[11] http://free-news.org/JGB_al_Fiscal_dic2001.htm



[12] Diario Noreste, año 8, número 46, marzo de 2002.

FUENTE: http://www.webislam.com/?idt=1512
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Roberto
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Mensaje por Roberto »

Apenas llevo leido hasta la presentación de los disidentes, y a diferencia de las "teoría de la conspiración", en la que uno está obligado a creerles sino es un ingenuo, esta, se podría decir que lleva el chantaje sentimental a nivel de prueba científica.
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tropicflower
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Mensaje por tropicflower »

Aquí les transcribo un artículo de Martín Bonfil sobre este tema que se publicó en la revista ¿Como ves?

SIDA; el riesgo es real.

A todos nos ha pasado. Hay cosas de las que estamos completamente seguros, pero de pronto surge algo que nos hace dudar. A veces se trata de asuntos personales, como el amor (¿de veras me quiere?, ¿cómo puedo saberlo con certeza?). Otras veces ocurre que, entre varias posturas posibles ante un tema (votar por un partido u otro; apoyar o no una nueva ley), dudamos antes de elegir, y podemos cambiar de opinión si encontramos razones para hacerlo.

Pero hay temas en que adoptar una postura contraria a lo comúnmente aceptado como sensato implica un riesgo inaceptable. Por ejemplo, creer que no hay peligro en manejar un automóvil después de haber bebido en exceso, o sin usar el cinturón de seguridad. Si alguien difundiera ideas que fomentaran tales comportamientos, estaría causando un daño a sus semejantes al poner en riesgo su salud.

El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) es uno de esos temas delicados. Ver a una persona querida enfermar de sida, deteriorarse y morir es una experiencia muy dolorosa. Tristemente, muchos la hemos vivido a partir de la década de los 80, cuando comenzó la actual epidemia mundial —pandemia— de sida. Y casi todos hemos sufrido la pérdida de alguien cercano debido al sida, o conocemos a alguien que la haya sufrido.

Por desgracia, todavía no existe una cura ni una vacuna contra este mal. Se calcula que para el año 2000 ya habían muerto de sida casi 22 millones de personas en todo el mundo; más de cuatro millones eran niños. Hoy la cifra global se ha elevado a más de 25 millones (como comparación, la población actual de México es de poco más de 100 millones). Los únicos recursos que tenemos para combatir este mal son la prevención, a fin de evitar nuevos contagios, y para quienes ya están infectados, el uso de terapias con medicamentos específicos.

Es por eso que, a pesar de lo convincentes que a veces puedan sonar los argumentos de quienes defienden teorías “alternativas” respecto al sida —como la de que no es causado por un virus—, creer en ellas significa poner en grave riesgo nuestra salud y la de nuestros seres queridos.

En busca de un asesino

El sida es una enfermedad cruel. Carcome al sistema inmunitario, cuya función es defender a nuestro cuerpo de las infecciones por bacterias, virus y parásitos, y también de las células cancerosas que de vez en cuando aparecen en él. Debido a esto, las personas que desarrollan el síndrome quedan vulnerables a padecer frecuentes y múltiples infecciones —entre ellas la neumonía causada por el hongo Pneumocystis jirovecii, hasta hace poco conocido como Pneumocysis carinii, que normalmente no es un problema de salud para personas sanas— y desarrollan tipos de cáncer poco comunes, como el sarcoma de Kaposi. Si no reciben tratamiento, mueren después de un tiempo variable, que puede ir de meses a años.

Lo que hoy conocemos como sida fue identificado por primera vez en los Estados Unidos, en marzo de 1981, cuando en Nueva York y California comenzaron a aparecer pacientes —principalmente varones homosexuales jóvenes— que presentaban la serie de infecciones y cánceres poco frecuentes que hoy asociamos con el síndrome. Se descubrió que estos pacientes invariablemente presentaban también un número anormalmente bajo de cierto tipo de células sanguíneas del sistema inmunitario: los linfocitos T (una variedad de glóbulos blancos) de tipo “CD4 positivos” o CD4+, llamados así por presentar en su superficie la proteína de ese nombre.

Aunque al inicio se pensó que la enfermedad se presentaba únicamente en varones que tenían relaciones sexuales con otros varones (llegó a ser llamada “el cáncer rosa”), o entre otros grupos minoritarios en EUA como haitianos y hemofílicos, pronto se descubrió que podía también transmitirse mediante las relaciones heterosexuales, y que no estaba limitada a ningún grupo en especial. En 1982 se adoptó el nombre “sida”, y se propusieron diversas teorías para explicar qué lo causaba, incluyendo el uso de drogas, común entre la población homosexual estadounidense.

Al tiempo que la epidemia avanzaba y se comenzaban a detectar casos en otros países, fue quedando claro que se trataba de un mal contagioso, probablemente causado por algún tipo de microorganismo. Se averiguó que se transmitía por el contacto con fluidos corporales, principalmente sangre y semen, a través de las relaciones sexuales, las transfusiones y transplantes, el uso compartido de jeringas (común entre adictos a las drogas intravenosas) y de madre a hijo durante el nacimiento.

Se consideraron varios posibles causantes, entre ellos virus conocidos, como el citomegalovirus. Pero en mayo de 1983 el investigador francés Luc Montagnier, del Instituto Pasteur, en París, reportó en la revista Science el aislamiento de un nuevo virus, al que llamó LAV (Virus Asociado a Linfoadenopatías) que infectaba a los linfocitos y que se hallaba presente en pacientes que presentaban las primeras etapas del sida.

Justo un año después, en la misma revista, el estadounidense Robert Gallo, del Instituto Nacional del Cáncer, declaró haber detectado y aislado él también al virus causante del sida; lo llamó HTLV-3 (Virus T-Linfotrófico Humano tipo 3). Esto desató una agitada polémica por la prioridad del descubrimiento; Gallo fue incluso acusado de haber usado una muestra del virus proporcionada por Montagnier. Años más tarde quedó claro que se trató de una contaminación accidental, y que el virus fue primero descubierto por el francés; en 1986 se cambió el nombre a VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana).

Lo importante fue que la batalla para combatir el sida podía comenzar. Para 1985 se había desarrollado una prueba comercial para detectar anticuerpos contra el virus en la sangre, los cuales indican que hay infección. Cuando un paciente da resultado positivo en la prueba, se dice que es “seropositivo”, es decir, que su suero sanguíneo ya contiene anticuerpos contra el VIH. Esto indica que está infectado, pero no quiere decir que ya tenga el sida, pues es frecuente que el síndrome tarde entre cinco y 10 años (o más, si se trata adecuadamente) en presentarse. Detectar a los pacientes infectados es el primer paso para darles tratamiento.

La prueba, conocida como “Elisa”, permitió además analizar las muestras de sangre para transfusiones y eliminar así el contagio por esa vía. También se atacó la transmisión por jeringas mediante campañas de información y programas de distribución de jeringas desechables. El contagio por vía sexual se ha combatido desde entonces fomentando la abstinencia, la fidelidad y, de manera más realista, las prácticas de sexo protegido, principalmente el uso del condón.

Simultáneamente, se iniciaron las primeras campañas para combatir la discriminación que surgió contra pacientes con sida y seropositivos, y por extensión contra los homosexuales y otros grupos minoritarios relacionados con la pandemia, pues hubo numerosos casos de trabajadores despedidos de sus empleos, y hasta de niños expulsados de las escuelas. Todavía hoy, la lucha contra la estigmatización de quienes viven con una infección por VIH continúa, y está lejos de ganarse.

Un virus devastador

Dejando de lado el problema de si un virus es un ser vivo, es probable que el VIH sea el organismo mejor estudiado de todos los tiempos. Para 1984 se conocía su estructura molecular detallada, y la información completa de su genoma fue descifrada unos años después.

Hoy sabemos que el VIH pertenece a la familia de los retrovirus, que entre otras características cuentan con un genoma que, en vez de estar formado por ácido desoxirribonucleico (ADN), como en casi todos los demás organismos existentes, está hecho de ácido ribonucleico (ARN). Como todos los virus, el VIH necesita introducirse a una célula para tomar el control de la maquinaria reproductiva de ésta y fabricar copias de sí mismo. El VIH logra penetrar en las células a las que infecta y mata, principalmente linfocitos CD4+, usando una proteína presente en su superficie llamada gp120, que se une a la proteína CD4 de la célula y le sirve como “llave” para traspasar su membrana.

Para reproducirse dentro de las células que infectan, los retrovirus necesitan primero “traducir” su genoma de ARN a ADN, lo cual logran mediante la enzima transcriptasa inversa, contenida en la partícula viral. Precisamente es esta enzima, que tiene una baja fidelidad de copiado, la causante de las constantes mutaciones que sufre el VIH, una de los principales obstáculos para desarrollar vacunas y tratamientos contra él.

Existen dos especies de VIH, llamadas 1 y 2. Se sabe que ambas surgieron en África, a partir de virus que infectaban, respectivamente, a los chimpancés y a los monos conocidos como mangabeyes, y que accidentalmente pasaron a los humanos. La mayor parte de los casos de sida en el mundo son causados por el VIH-1.

En cuanto al tratamiento, la identificación del virus permitió comenzar a desarrollar terapias con la esperanza, si no de curar —lo cual hasta el momento no ha sido posible—, por lo menos detener el avance del síndrome en los pacientes infectados. En septiembre de 1986 se publicaron los resultados de un estudio clínico sobre la efectividad del medicamento azidotimidina (AZT), sustancia que interrumpe la reproducción del VIH dentro de los linfocitos infectados, es decir, el copiado de información genética para fabricar nuevos virus. La infección de los linfocitos es lo que finalmente ocasiona su muerte, primer paso en el severo deterioro del sistema inmunitario (inmunodeficiencia) que caracteriza al sida.

Después se descubrió que si se trataba a los pacientes únicamente con AZT, éste perdía su efectividad luego de un tiempo. Esto se debe a que, al seguirse reproduciendo los virus en el paciente, con su alta tasa de mutaciones, aparecen mutantes resistentes al fármaco que, como sobreviven al tratamiento, van predominando en la población de virus: un caso de evolución en acción.

Para finales de los 90 se habían desarrollado y probado varios nuevos medicamentos, y actualmente los tratamientos más efectivos, conocidos como terapias antirretrovirales altamente activas, combinan al menos tres de ellos simultáneamente (con frecuencia incluyendo el AZT). Resultan mucho más efectivas y con efectos más duraderos que las antiguas terapias con un solo fármaco, pues es mucho menos probable que el virus sufra mutaciones que lo vuelvan resistente a tres medicamentos distintos.

El resultado es que la esperanza de vida para quienes viven con el VIH se ha incrementado enormemente: incluso, hay quien considera que el sida ya no es una enfermedad mortal, sino crónica. A pesar de los efectos secundarios, a veces severos, que tienen los medicamentos (entre ellos diarreas, náuseas o problemas de erección), el nivel de vida que ofrecen las nuevas terapias es mucho más alto que cualquier otra alternativa. ¡Aunque, por supuesto, la mejor opción sigue siendo evitar la infección, en primer lugar! Mientras no haya una cura o una vacuna disponibles, el condón seguirá siendo imprescindible.

Negar la realidad

Tomando en cuenta todo lo que sabemos actualmente sobre el virus del sida, sus riesgos, la forma de prevenir la infección y el éxito de los modernos tratamientos, ¿cómo es posible que haya quien niegue el peligro real que representa el VIH, y la necesidad de impedir que infecte a más personas?

El problema es que la ciencia no funciona mediante el descubrimiento de verdades absolutas. La investigación científica se basa en obtener datos confiables y proponer teorías para tratar de explicarlos. Es central la discusión constante entre expertos, para llegar a acuerdos sobre qué teorías son las más aceptables a la luz de la evidencia. Y, por supuesto, en su avance, el conocimiento científico va cambiando. Pero esta apertura al cambio y a la discusión constante tiene un costo: permite que prosperen las teorías seudocientíficas.

En los años ochenta, cuando el sida surgió a la luz pública, entre las posibles causas que se exploraron estaba una propuesta de Peter Duesberg, un reconocido biólogo molecular alemán radicado en los Estados Unidos. Su gran prestigio provenía de haber descubierto el primer gen que causa cáncer (oncogen). Duesberg planteó en 1987 una hipótesis que atribuye la causa del sida a factores como uso de drogas, desnutrición e incluso a los medicamentos antirretrovirales, y afirmó que el VIH no era el causante del sida.

Luego de unos años de intensa discusión, y de muchas protestas contra Duesberg, la hipótesis fue claramente refutada y descartada. Pero el investigador también sufrió de exclusión y maltratos por parte de sus colegas: actualmente es considerado un rebelde, casi un subversivo, y su reputación ha quedado hecha pedazos.

¿Por qué tanta saña? En parte porque, si bien las hipótesis de Duesberg han sido desechadas, él insiste en difundirlas como si fueran válidas. Pero sobre todo porque tienen implicaciones extremadamente peligrosas. Si el sida no fuera causado por un virus, sino por factores químicos o alimentarios, no tendría caso usar condón para prevenir la infección (aunque seguiría siendo útil para prevenir otras infecciones y evitar embarazos). El peligro es que si las ideas de Duesberg —que hoy sabemos son erróneas— se promueven, una parte de la población podría creerlas y dejar de protegerse usando condón, lo cual aumentaría el número de infecciones por VIH.

Duesberg argumenta también que los agentes antirretrovirales como el AZT son en realidad los causantes de la enfermedad; otra idea equivocada que se ha refutado de manera concluyente. Si tal error se difunde, podría ocasionar que los pacientes infectados dejen de tomar sus medicamentos. Esto los dejaría a merced de las infecciones oportunistas que caracterizan al sida. De hecho en México esto ya empezó a ocurrir, a partir de finales de 2006: un canal de televisión transmitió varios programas en que se promovieron las tesis de Duesberg, junto con las de otros “negacionistas” o “disidentes” del sida que van más allá y llegan a afirmar algo tan absurdo como que el VIH ¡no existe! El preocupante efecto es que hay ya decenas de casos, reportados en instituciones de salud, de pacientes seropositivos que han decidido abandonar los tratamientos antirretrovirales que hasta ahora los habían mantenido sanos.

Polémicas y teorías del complot

Los negacionistas que aceptan la existencia del VIH, afirman que no causa el sida; que es sólo un virus “pasajero”, que no ocasiona ningún daño.

Pero la evidencia en su contra es apabullante: todo enfermo de sida está infectado de VIH (los negacionistas hablan de casos de “sida sin virus”, pero se trata de otras inmunodeficiencias, debidas a causas distintas, y que no tienen las características del sida). Recíprocamente, casi todas las personas infectadas por el VIH, si no reciben tratamiento, desarrollan el síndrome tarde o temprano. Aunque existen raras excepciones de individuos que no lo desarrollan o tardan mucho en desarrollarlo, las razones se han estudiado y hoy son bien conocidas.

Las personas que llegaron a recibir transfusiones de sangre contaminada con VIH desarrollaron el sida, al contrario de quienes reciben sangre que no lo contiene (como ocurre actualmente con todas las transfusiones, que pasan por pruebas de detección).

El hecho de que los medicamentos que interfieren con la reproducción del VIH en cultivos de laboratorio sean tan beneficiosos para los pacientes infectados (puede incluso medirse la disminución de la cantidad de virus en su sangre) es también evidencia decisiva de que el VIH es la causa del sida.

No obstante, Duesberg y los demás negacionistas siguen empeñados en difundir sus “teorías”. Como vimos, esto puede causar que un número de ciudadanos sanos se infecte por el VIH, y que otros que ya están infectados enfermen y mueran al abandonar sus tratamientos.

Es por esto que especialistas en sida, funcionarios de salud y activistas de todo el mundo se empeñan en combatir esta desinformación. Aunque los negacionistas crean honestamente en sus ideas, lo cierto es que propagarlas resulta irresponsable y hasta criminal. Sobre todo, si se toma en cuenta que el público está indefenso: sólo un especialista puede distinguir entre los argumentos erróneos o ya refutados que presentan los negacionistas, hoy considerados seudocientíficos, y la información científica confiable.
Además, los negacionistas utilizan estrategias deshonestas para convencer al público. Varios se hacen pasar como investigadores científicos serios, sin serlo (Duesberg es la excepción) o bien son expertos en otros temas, no en sida. En un análisis de una conocida lista de 2 458 nombres de “expertos” que apoyan las ideas negacionistas, se halló que algunos llevan más de cinco años de muertos; la gran mayoría son comunicadores o profesionistas de otras áreas, estudiantes, científicos que trabajan en disciplinas no médicas, como matemáticas o astronomía, o bien profesionistas de la salud que no son médicos o que practican medicinas “alternativas”. Al final, la lista de casi 2 500 nombres se redujo a sólo 31 expertos en sida: menos del 0.01% de los 350 000 expertos en sida que existen en el mundo.

A raiz del negacionismo personas sanas podrian infectarse por el VIH, y aquellas infectadas podrian morir al abandonar sus tratamientos.

Los negacionistas presentan sus ideas como verdades absolutas que están siendo ocultadas por médicos, gobiernos y compañías farmacéuticas. Generan así una “teoría de complot” imposible de refutar: cualquier prueba en su contra sólo confirma el complot que existe para ocultar la “verdad” negacionista.

Una lección de responsabilidad

Si la pandemia de sida es un grave problema mundial de salud, la difusión de las ideas negacionistas puede verse como una epidemia paralela de “virus mentales”. Su propagación pone en peligro a la población, al fomentar el abandono de las prácticas que han mostrado ser efectivas en la lucha contra el sida.

¿Qué factores han permitido la propagación del “virus” negacionista? Entre otros, la falta de información científica entre la población, así como la carencia de una cultura científica, que permite que prosperen prejuicios como la aversión que muchas personas tienen al uso de medicamentos en general.

La irresponsabilidad de algunos medios de comunicación que han contribuido a desinformar difundiendo las ideas negacionistas es también grave. En palabras de Gustavo Reyes Terán, experto en sida del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias de México, “Es necesario crear una interrelación cercana entre el periodismo y la ciencia que nos permita evitar muchas de las consecuencias nocivas de la difusión de noticias erróneas o parciales, sobre todo cuando está en juego un problema de salud pública”.

En resumen, la lección es clara: si bien la ciencia, en su complejidad y pluralidad, permite la discusión constante y nunca llega a verdades absolutas, el consenso científico representa el conocimiento más confiable con que contamos. La discusión pública que sería válida y hasta necesaria si se tratara de cualquier otro tema, se vuelve peligrosa cuando está en juego la salud de la población. Por ello, combatir la epidemia negacionista es hoy tan importante como combatir al sida mismo.

Mientras tanto, y hasta que no se descubra una vacuna contra el VIH, el único comportamiento razonable sigue siendo prevenir el contagio utilizando condón y, para quien ya esté infectado, cuidar su salud mediante los tratamientos médicamente aprobados. El sida, aunque no nos guste aceptarlo, es muy real. Está en nosotros la decisión de evitar que cause mayores daños.
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Mensaje por Esceptic0 »

lei lo que pusiste illgirl pero no me aporto mucho el autor nombra cosas totalmente refutadas y no las pone, no es que este a favor de mi articulo pero es que no me gusta que me mientan por lo menos eso de que el VIH es un virus es mentira, no me gusta que tapen la verdad por mas horrible que sea si no se sabe un karajo todavia del HIV y el SIDA prefiero que me digan eso. aca les dejo otro link de la wiki, nolo lei pero mañana tal vez lo lea
http://es.wikipedia.org/wiki/Cient%C3%A ... Montagnier
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Mensaje por tropicflower »

Es bueno cuestionar, desconfiar y no creer todo lo que nos dicen. Sin embargo, aún siendo escépticos, debemos reconocer que poseemos una herramienta muy útil que nos ayuda a acercarnos a una comprensión más precisa del mundo que nos rodea, y esta herramienta es la ciencia. Y de hecho, así avanza el conocimiento científico, con debates, refutaciones, investigaciones, experimentos, pruebas, etc. que hacen que las nuevas teorías sean aceptadas o rechazadas; y en ocasiones estos debates pueden durar años.
El caso del SIDA no es la excepción, existe el debate, pero hasta ahora los que van ganado este debate son los que afirman que el SIDA es causado por un virus, porque se han hecho ya muchos experimentos que acreditan la existencia del VIH y que este es la causa del SIDA. (Les recomiendo leer: http://www.sciencemag.org/feature/data/cohen/cohen.dtl )

Pero razonando un poco sobre los argumentos de los “disidentes”, estos son:

1. El virus del VIH no existe o es inofensivo.
- Si no existe ¿qué virus han estado estudiando tantos investigadores a nivel mundial?, ¿solo un espejismo?, ¿tantos científicos están mintiendo?, ¿porque mienten?
- Si es inofensivo ¿porqué la gran mayoría de la gente que presenta inmunodeficiencia tiene este virus (hay que recordar que existen otros tipos de inmunodeficiencia)?

2. El SIDA es causado por el consumo de drogas de diversos tipos, incluyendo las propias medicinas que se usan comúnmente para combatir esta enfermedad.
- Entonces, ¿porqué hay gente que consume drogas y no tiene SIDA, y gente que tiene SIDA y nunca ha consumido drogas?
- ¿Por qué las personas que tienen SIDA y están usando los medicamentos para combatirlo (incluyendo el AZT) mejoran de manera sustancial en comparación con quienes no las usan?

3. Estamos siendo víctimas de un engaño por parte de la comunidad científica internacional.
- ¿Por qué querrían engañarnos?, ¿son los científicos tan locos y desalmados?
- Aquí yo pienso que ambos bandos creen que tienen la razón. En todo caso, nadie está engañando a nadie a propósito.

El debate continuará y estamos en nuestro derecho de desconfiar y cuestionar, pero el real problema de sumarnos a la idea de que el SIDA no se origina por un virus es que si nos confiamos y dejamos de protegernos, y después resulta que estábamos equivocados, el precio que pagaremos por esa equivocación será muy alto. Por si las dudas (y eso es lo mejor que podemos hacer: dudar), no dejen de usar condón.
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Mensaje por saif-al-jabbar »

Por mi trabajo, he tenido contacto con alguna persona enferma de SIDA. Un ejemplo es el caso de una chica y un chico, hermanos, ella infectada y él no; esto es así porque la madre ya estaba demasiado enferma para darle de mamar al niño.

Esta chiquilla, desde que está en tratamiento, ha dejador de padecer bastante problemas de salud y se le han ralentizado otros en su evolución.

Ante esto, no se puede negar lo beneficioso del tratamiento; por lo menos para esta persona y para otras tantas que conozco.

EStos llamados científicos me recuerdan a los curanderos. Por favor, que muestren un caso real de alguien que no se haya tratado o haya dejado la medicación oficial para este trastorno y haya evolucionado favorablemente.
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DvdBio
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Mensaje por DvdBio »

No sé, ya antes había oído algo en relación a esto, pero la mención de Kary Mullis me ha detenido, confundido, investigaré bien como se emplea la PCR en el elisa y las supuestas objeciones de Mullis.

En fin, dudo mucho que la llamada teoría disidente tenga un buen sostén, pues es obvio que existen cultivos de VIH, si no, ¿con qué se trabaja?
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badmoon
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Mensaje por badmoon »

EStos llamados científicos me recuerdan a los curanderos. Por favor, que muestren un caso real de alguien que no se haya tratado o haya dejado la medicación oficial para este trastorno y haya evolucionado favorablemente.
Muy cierto, necesitamos pruebas

Podemos ser escépticos pero no podemos jugar con la salud de las personas, por favor me gustaría saber de casos reales en que se demuestre las hipótesis de estos científicos.
No sirven las mascaras en esta vida tampoco te sirve esa cruz si no crees en ella.Créeme yo tengo una que jamás me hace caso
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