LA BUSQUEDA DE DIOS EN EL SIGLO XXI
Autor: Francisco Parrilla Benéitez (Investigador y escritor).
Como quiera, que no tengo la suficiente lucidez para tratar un tema tan místico como el que nos ocupa, tratare de expresar solo algunas ideas y conocimientos que en mi vida me dan claridad y resultados favorables, admitiendo de antemano mis posibles errores.
Es evidente que en el presente, hay inquietudes espirituales, y el ser humano como acostumbra hacer siempre, a casi todo le busca intereses comerciales. Muchísima gente dice que busca o cree buscar a Dios. Y para ello practica cualquier cosa que se adapte a su psicología. Pero lo cierto es que lo que se busca mayormente es algo que llene alguna debilidad, decore nuestra personalidad, o en otros casos halague nuestra vanidad. Por los cuatro puntos cardinales surgen “profetas” y “elegidos” para un supuesto paraíso. Todos creemos ser poseedores de la verdad. Pero muy pocos investigan con sinceridad. Y es precisamente esto último lo único que nos puede despertar y permitirnos descubrir la legitima verdad. Lo demás Dios dirá. Bueno entrando en lo que realmente nos ocupa considero primeramente, que es necesario que entendamos, si estamos buscando un conocimiento real, que de algún modo estamos buscando la verdad, nuestro origen, el sentido y la finalidad de nuestra existencia, etc., y esto se llama inquietud espiritual.
La Búsqueda de Dios
Cuando nos hacemos la pregunta de ¿cómo podemos buscar a Dios? Nuestra mente nos dará posiblemente muchas respuestas y explicaciones de cómo hacerlo, o quizás no. Pero ¿realmente lo hacemos?, ¿verdaderamente lo buscamos o lo estamos buscando? Y si es así ¿lo hemos encontrado? Y si lo hemos encontrado ¿enseñamos a los demás como hallarlo?
Veamos una serie de indicaciones que algunas escrituras y sabios nos indican para buscar a Dios.
La Biblia nos refiere lo siguiente: El primer mandamiento de la ley de Dios nos dice: “Amar a Dios sobre todas las cosas”. “Padre Nuestro que estás en los cielos” nos indica la primera oración del Padre Nuestro. En Deuteronomio, 6:15 nos explica: “Jehová tu Dios en medio de ti está” Y S. Lucas, 17:21 “el Reino de Dios está entre vosotros”
Grandes sabios del sufismo nos dicen:
Mahoma: “Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor”.
Rumi, (Fundador de la orden de los Derviches danzantes) nos hace las siguientes referencias: “Por qué andáis tras algo de que jamás carecisteis”. “¡Oh vosotros que andáis a la búsqueda de Dios!; no es menester que le busquéis, porque Dios es vosotros”.
Ibn Arabi el gran místico sufí de Al-Andalus nos señala: “Tu eres El y El es Tu” El no sale de ti y tu no sales de él”.
Al Hallaj, otro gran sabio sufí al que el gnóstico por excelencia del s. XX, V.M. Samael Aun Weor califica de “omnicósmico y santísimo Al Hallaj“, un crístificado (hablando en lenguaje esotérico) se atrevió a expresar la siguiente declaración: “Yo soy Dios”. Siendo su enseñanza incomprendida, fue ajusticiado y descuartizado.
Samael Aun Weor nos hace la siguiente referencia: “Para amar a Dios es necesario comprender y saber donde está”. “Amar a Dios sobre todas las cosas significa: sentir y descubrir en nosotros ese principio creador, (Budhata o Esencia Divina). Se debe comenzar por amar en nosotros mismos ese principio vital y después lo veremos en los demás”.
Ciertamente en la gnosis develada por Samael, debidamente practicada, está toda la enseñanza necesaria para buscar y encontrar a Dios, no en creencia sino a través de la experimentación consciente. Sin menospreciar otros libros ajenos a su enseñanza que tienen en el fondo la gnosis pero más velada.
Así podemos advertir que aquella frase que dice “buscad y hallareis” es una realidad si se investiga de verdad. Pero la investigación tiene dos partes: una que corresponde a la información. Y otra la que se refiere a la comprobación. Primeramente debemos estudiar con orden y coherencia la doctrina, (el saber, el conocimiento, la información) y segundo comprobar o experimentar esa doctrina, (comprenderla y que se haga fe autentica y no creencia).
Entonces, para buscar a Dios y poder amarlo, deberemos partir evidentemente de nuestra primera realidad divina, nuestra conciencia, alma o como lo queramos llamar. Lo real o inmortal que tenemos en nosotros. Que es la chispa que tenemos de nuestro origen espiritual, de Dios mismo. Y aprender a amarla. Pero esto de amarse a sí mismo, en el presente, esta mal orientado, debido a que el que ama, es el amor propio, y lo que ama no es precisamente la Conciencia, el Budhata, la Esencia o Alma. Para diferenciar esto pongamos un ejemplo: el que verdaderamente ama a su alma o conciencia, a su parte espiritual, que es lo mismo que saber cual es su verdadera realidad, esta dispuesto a sacrificar su vida por ayudar a los demás. Pero el que se ama a sí mismo en su forma egoísta es capaz de sacrificar la vida de los demás para satisfacer sus deseos personales. Por eso mismo es necesario analizar como funciona en nosotros ese amor de sí mismos y transformarlo en su forma real. Para esto, es inevitable estudiar e investigar en nosotros cual es el fundamento del valor que nuestro amor propio hace de sí mismos, para que este se sienta herido cuando alguien desvalora algo, o el interpreta como desvaloración que de una forma sutil o clara considera que atañe a su radio de acción de lo que califica como propio o que de una manera u otra el tiene asumido como parte de sí mismos. Uno de los fundamentos del amor propio es el sentimiento de lo mío, que abarca el interior psicológico y el exterior, (nuestras ideas, nuestra forma de pensar, nuestro cuerpo físico, las cosas, las personas, etc.) Y posteriormente, según su juicio subjetivo, él ama por que le atribuye un valor. El análisis tiene que ir encaminado a desarmar y destruir las bases en las que este sustenta y apoya sus argumentos, (que son los que utiliza para engañarnos) ya que no tienen el valor o la importancia que el amor propio les da. No debemos olvidar que el yo y el Ego (multiplicidad de facetas erróneas) en nosotros, en general, es subjetivo. Esto quiere decir que la visión que nos presenta es limitada y en su mayor parte falsa. Por tanto sería conveniente por un lado empezar a no dar tanto valor a nuestros logros, nuestros problemas, nuestro pesimismo, nuestros sufrimientos, nuestras supuestas virtudes, nuestras experiencias, nuestro cargo, nuestra imagen, nuestras pertenencias, nuestra situación social, las alabanzas que los demás nos hacen por que algo nuestro les agrada, o las críticas por que algo no les gusta, y en general a todo lo que nos atañe a lo nuestro, lo mío etc. Y por otro, empezar a grabar en lo más profundo de nuestro corazón, la incapacidad que actualmente tenemos para ser felices, ese sentimiento que podemos llegar a sentir cuando en nuestra conciencia empezamos a notar el estado de infelicidad en el que nos encontramos realmente.
Veamos de que manera podríamos buscar a Dios, a nuestra Esencia, a nuestra verdadera realidad:
1) tenemos que liberarnos del proceso muy asumido desde siglos de la creencia carente de conocimiento comprobable y esto se consigue estudiando y comprobando o comprendiendo lo que se estudia, usando evidentemente para cada ciencia su herramienta, para lo material lo material, y para lo espiritual lo espiritual. Valorando la información estudiada y no comprobada como simple información nada más y mantenerla en espera hasta su comprobación.
2) independizarnos de las ideas fijas (bases de la creencia y el fanatismo), las suposiciones, la programación mecánica, los prejuicios, la falsa seguridad, el miedo, las justificaciones, etc.
3) empezar a dudar de nuestra supuesta verdad, de la sensación de seguridad, de la forma de pensar, de que lo que pensamos o planeamos se vaya a cumplir, porque bastan unos segundos para morir. De la supuesta capacidad o capacidades para afrontar la vida. De que nos conocemos así mismos o a los demás, a una simple paloma o tan solo a una hormiga. De que creemos conocer lo que es el matrimonio, la mujer, el trabajo, etc. Evidentemente esta duda es inteligente, y esta basada en que no poseemos la suficiente conciencia para asegurar al cien por cien que nuestro juicio sobre el mundo exterior e interior sea exacto, u objetivo. Con relación a esto una gran mujer decía: “Con la duda caminamos”. Ciertamente esta duda no es la duda, ni la desconfianza del yo o ego (facetas erróneas en nosotros) que nos impide desarrollar la amistad, la sinceridad y nos incapacita para conocer la verdad, por ser amiga del escepticismo y la subjetividad. Sino más bien es una duda basada en la humildad de un no saber sabiendo.
Si ponemos en actividad estas formas de ver y entender la vida, la informaci ón, las cosas, las personas, y a nosotros mismos, etc., no tardaremos en darnos cuenta que comienza a formarse o a manifestarse un nuevo estado en nuestra percepción o entendimiento. Este nuevo estado es la visión de la realidad sin interpretación, sin proyección, sin miedo, sin programación, tal cual es en si misma. Y evidentemente, cuando percibimos así el momento que estamos viviendo, es por que en nosotros está ese algo, esa pequeña chispa o conciencia aprovechando ese camino que hemos formado para manifestarse y percibir la realidad tal cual es. Es beneficioso también que en nuestro corazón fijemos cada vez más el sentimiento que nos produce nuestra conciencia cuando se manifiesta. Algo que podríamos definir como el estado de ser feliz sin depender de nada material, ya sean cosas o personas. Amar ese sentimiento, ese estado, amar nuestra propia conciencia en medio de nuestra caótica situación psicológica. Para así poder amar a Dios en conciencia y no en creencia. Advertirás que no es muy difícil descubrir, cual es la idea fundamental a poner en práctica para buscar a Dios. No obstante te diré, para dejarlo totalmente claro, que la misma no es otra que conocerse a sí mismo y por extensión conocer nuestro verdadero origen, el sentido y el porqué de la vida, el misterio de la muerte, las causas del sufrimiento humano, la fuente de la felicidad, etc.
Gracias por tu paciencia...
ARTICULO REALIZADO SEGÚN EL ESTUDIO Y LA PRÁCTICA DE LA GNOSIS DEVELADA POR SAMAEL AUN WEOR, OTRAS OBRAS DE INTERÉS ESPIRITUAL Y ESOTÉRICO Y LA ESCUELA DE VIDA PRÁCTICA.
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Roberto.
LA BUSQUEDA DE DIOS EN EL SIGLO XXI
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